LA IDENTIDAD CULTURAL
Seguramente habrás notado la importancia de la diversidad cultural para el desarrollo, la cohesión social y la paz. La identidad cultural abarca comportamientos, creencias, tradiciones, símbolos y valores compartidos por un grupo social, generando un sentido de pertenencia que trasciende las diferencias individuales.
PERO, ¿QUÉ IMPLICA REALMENTE LA IDENTIDAD?
Proviene del término latino identïtas, que destaca los rasgos que diferencian a individuos o grupos del resto. Las identidades personales y colectivas pueden desencadenar conflictos debido a sus discrepancias. La identidad es la fuerza que modela los gustos, necesidades y acciones de las personas; atacarla equivale a despojar a alguien de su manera única de pensar y sentir, enfrentando los desafíos morales y prácticos de la vida diaria. A lo largo de la historia, algunos individuos se han visto obligados a renunciar a su cultura para integrarse a otra sociedad, enfrentando la marginación y la negación de su humanidad.
La identidad, según Valenzuela y Flores, se relaciona con nuestra percepción del mundo y el entorno social en el que vivimos. No se puede abordar únicamente como algo individual, ya que implica la interacción entre el individuo, el grupo y la sociedad, conformándose a través de la historia personal y social. Erich Fromm destaca la vital importancia de satisfacer la necesidad de un sentimiento de identidad para mantener la salud mental, subrayando así la relevancia del concepto de identidad en nuestras relaciones con quienes nos rodean.
CONFLICTOS ENTRE PRÁCTICAS CULTURALES Y DERECHOS HUMANOS
El término "Derechos Culturales" surgió en torno a la creación de la Declaración Universal de los Derechos Humanos en 1948, siendo considerado uno de los ejes temáticos en este instrumento internacional. Este concepto se vincula al período posterior a la Segunda Guerra Mundial, donde se identificó la cultura como una herramienta esencial para prevenir conflictos y fomentar la paz en el reconocimiento de los derechos fundamentales.
A pesar de que el derecho a la cultura está reconocido en los derechos humanos de segunda generación, algunas prácticas culturales pueden violar otros derechos humanos.
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